Mi experiencia viajando y haciendo voluntariados por Brasil
Sin saber hablar portugués, decidimos recorrer el gran país y no pudo haber sido mejor. Esta es mi experiencia viajando y haciendo voluntariados por Brasil. Este artículo es una forma informal de decir gracias a las personas que conocimos y que nos han ayudado tanto; también para recordar y enseñarle a quienes quieren viajar, que allí afuera hay personas maravillosas que sólo quieren ver el mundo sonreír. ¡Estamos en Brasil, estamos tranquilos.!
Decidirse por un único camino en la vida Worldpackers, es muy difícil. En una sola experiencia se reúnen tantos temas, que terminas abarcando todos los escenarios posibles de una vida llena de viajes.
En mi caso, he logrado navegar entre muchas de las maneras y facilidades que la plataforma Worldpackers permite. He experimentado el viaje por Sudamérica recorriendo varios países del continente, he llegado a hostales y he aprendido una lengua nueva al viajar por Brasil. Este recorrido lo hago en pareja, así que puedo intuir cómo se siente mi novia al realizar este viaje.
Además, puedo decir que tengo otro "obstáculo"; y es el de viajar siendo Diabético tipo 1. Yo necesito de insulina, jeringas, tiras reactivas y cientos de cosas más para poder seguir con vida, así que al meter todo esto en mi maleta, puedo decir que allí llevo mi vida.
Esta es mi experiencia viajando y haciendo voluntariados por Brasil
Nuestro viaje empezó hace más de un año, en el momento en que decidimos recorrer el continente juntos. Sindy y yo, decidimos empezar todo el recorrido desde el sur, teniendo como punto de inicio la ciudad de Buenos Aires en Argentina. Allí permanecimos por más de un mes, viviendo experiencias maravillosas y conociendo cómo era estar de la mano, mientras cargamos una mochila gigante.
Sin embargo, ha sido el paso por el brasil, el escenario más gratificante, misterioso y enriquecedor de todo el viaje. Tengo que decir que al inicio del recorrido no hablábamos un carajo de portugués.
Hicimos "match" con dos lugares en Brasil, y sin pensar dos veces en la cultura o la comunicación, aceptamos y emprendimos el paso desde Uruguay, país en el que estábamos cuando nos aceptaron el que sería nuestra segunda experiencia Worldpackers. El Hostel está ubicado en la Guarda do Embaú, un paraíso playero, cercano a Florianópolis.
Desde Montevideo iniciamos la travesía por tierra hasta Porto Alegre, punto intermedio para emprender nuestro camino a Canela, lugar en el que teníamos nuestro primer sitio para trabajar como worldpacker.
Fueron 13 horas de viaje en las cuales abandonamos un país e ingresamos a otro de lengua diferente. Cuando estábamos en el ómnibus, los conductores se presentaron en portugués, nos entregaron la comida y algunos consejos en el mismo idioma.
Lamenté no hablar nada de ese idioma, puesto que soy vegetariano y tuve que desechar la opción de comer lo que me dieron en el viaje, por suerte, habíamos preparado el día anterior, junto con Sindy, unos sandwiches y cocinado un maní.
El recorrido fue placentero, dormimos a gusto y descansamos lo necesario para soportar lo que sería cargar las maletas en Porto Alegre, para así, iniciar nuevamente el recorrido hacia Canela.
En la rodoviaria de Porto Alegre intentamos comunicarnos hablando inglés, idioma que en gratitud con la escuela y los cursos privados de Colombia, podemos manejar actualmente. No obstante, en Brasil no se tiene por costumbre aprender mucho este idioma, razón por la cual, fue un primer fracaso intentar hablar usando el ¡Hi! how are you.
Entre chapoteos de español y lenguaje de señas, encontramos el transporte que nos servía para llegar. En la memoria siempre tendré grabado el nombre de la empresa, era Citral, desde allí serían tres horas más para alcanzar nuestro segundo checkpoint.
En el bus, fuimos explorando con la mirada los paisajes que se arremolinaban ante nosotros, el calor se sentía a flor de piel, pese a ser un lugar, habitualmente de clima fresco, el mes de noviembre tiene como protagonista las temperaturas altas en esta parte de Brasil.
Allí vendría la primera experiencia Worldpackers, la cual incluía también el aprender a comprar víveres, a ubicarte y a sobrevivir en un lugar impensado como destino para alguien que dos meses atrás había salido de Colombia, con la simple imagen de recorrer América del Sur.
Tuvimos que cambiar algunos dólares que llevábamos a la mano. Esa también fue una travesía total, ya que solamente había un lugar de "troca" de dinero en Gramado, por lo que teníamos que hacer todo el recorrido desde Canela para obtener algo de dinero en efectivo.
Claro está, que tenemos que agradecer a las mejoras tecnológicas de la actualidad, ya que con nuestra tarjeta débito colombiana, podíamos comprar cosas en cualquier lugar y retirar dinero en cajeros que aceptaran tarjetas tipo Maestro.
El día a día lo equilibrábamos con jornadas de descanso en el hostal donde nos quedábamos, y así, de alguna manera, ahorrar dinero, ya que cualquier movimiento implicaba gastos, los cuales en nuestras cuentas algunas veces, no estaban estipulados.
Los viajes largos que realizamos en Brasil, pudimos costearlos con una tarjeta de crédito, no porque el dinero se hubiese agotado, sino porque nos parecía seguros tener los pasajes desde días antes a la realización del viaje. Sufrimos a la hora de realizar las compras, ya que en Brasil piden como datos, algunas cosas con las que no se cuentan en otros país, como lo es un CPF, que al final de cuentas es equivalente a una cédula de ciudadanía, pero que también, en algunos estados, sirven como mecanismo de devolución de impuestos.
Así que llenar toda la información para comprar por Internet los pasajes, se convertía en una total aventura.
Brasil es un país que brilla por el ánimo de sus personas, pese a no hablar portugués, la gente se alegraba al recibirnos cómo extranjeros, nos trataban con amabilidad y nos guiaban ante cualquier incógnita.
Incluso, sin importar si la fila del mercado estaba larga, trataban de dejarnos claro cuánto habíamos gastado y por qué, nos cuidaron las finanzas en un par de ocasiones que agarramos objetos que no tenían el precio que creíamos.
Después de esta ciudad, decidimos seguir y aprovechar todo lo que tuviera Brasil, así que visitamos Curitiba, una ciudad en la que teníamos unos amigos que nos dieron hospedaje. Ellos son colombianos, y son el casal más amable que haya podido tener como amigo.
A Felipe le conozco hace más de diez años y a Lina, su esposa la empecé a conocer y a querer en la experiencia del viaje. Ellos nos prepararon con nuevas palabras y frases en Portugués, herramientas que fueron vitales en la Guarda do Embaú. Nuestro viaje fue enriqueciéndose paso a paso. En cada ciudad aprendíamos nuevas palabras, conocíamos más de la cultura del Brasil y nos enamorábamos mas de nuestro viaje.
Mi experiencia haciendo el voluntariado en la Guarda do Embaú
En este lugar, apartado del ruido y la ciudad, encontramos un paraíso de la lengua y del paisaje, conocimos personas de tantas latitudes que creí por un momento que ya no sería necesario seguir viajando por el mundo, ya que todos se habían dado cita en este lugar.
Nuestros recorridos por las playas y las trilhas eran adornados por las voces con múltiples matices de origen. Debo decir que el recorrido por Brasil estuvo patrocinado por la amistad y el amor. Cada día amaba más lo que hacía y amaba más a Sindy. Ver su mirada y su sonrisa cuando hablaba algo en Portugués y las personas le entendían, no tiene precio.
Pasamos de realizar trabajo de limpieza y de check in en el hostel Guarda Encantada, sin ninguna claridad de cómo decir lo que pensábamos, a realizar todos los check in y check out, cantando Samba, música popular brasilera y demás.
Realmente creo que a la hora de aprender un idioma nuevo y conocer una cultura a fondo, es necesario sumergirse en la cotidianidad del lugar. El día a día en la Guarda do Embaú y el recorrido de los omnibuses, nos dieron las herramientas para decir hoy que no hablamos bien portugués, pero nos divertimos mucho intentándolo.
El intento de una auto descripción siempre busca el resumen de la personalidad, tildando todo con adjetivos; yo sólo quiero dejar de lado los adjetivos y decir que soy un hombre de mediana edad, rayando los treinta años, que está viajando con su novia por todo Sudamérica, con planes de aumentar el recorrido hacia Europa, Asia y Marte, si el planeta rojo se descuida. Nací en Colombia, de allá son mis vicios por la lectura y la música, vivir bajo la lumbre de un Nobel de literatura, siempre deja algún desorden en la personalidad, mi desorden es mi Maestría en Literatura y mi pregrado en Periodismo. Tengo una maleta llena de libros, de ropa y de jeringas, ya que soy diabético tipo 1 y viajo cargando todos mis insumos, incluida la insulina que tiene que estar a una baja temperatura y las tirillas reactivas que saltan de mi maleta todo el tiempo. Un hombre común que se aburrió de su trabajo y su ciudad y decidió la locura del vivir junto a alguien que ama con una mochila al hombro.
Hola cómo estás rocío. Bueno pues duramos tres meses en brasil, lo que nos permite el pasaporte colombiano. En cuanto al dinero, hacíamos un presupuesto diario que no excediera gastos corrientes, la verdad también depende de las intenciones que tengas en un lugar, mi pareja y yo, no somos mucho de licor o comer grandes cosa, de hecho pues yo soy vegetariano, entonces destinamos los recursos para lo necesario y uno que otro extralimite. Cada mes hacíamos el presupuesto, el cual siempre comprabamos sobre un salario minimo.
Rocío
Feb 03, 2019
Cuánto tiempo duro? Cuánto dinero tenían disponible??