Guía para viajar a Barcelona: todo lo que debes saber

Guía para viajar a Barcelona

Barcelona es esa ciudad que todos quieren conocer. ¡Y con toda razón! En este video encontrarás información y muchas opciones para enamorarte de ella. 

Estuve en Barcelona realizando un voluntariado en un hostal y me enamoré de la ciudad. La experiencia fue increíble.

Cuando uno viaja, creo, se siente más a fin con algunas ciudades. Y no tanto con otras. Con el tiempo he comprendido que esta particular relación no responde a ningún tipo de lógica y/o algoritmo matemático. Es simplemente, química. 

Química con la ciudad. Y química con nosotros. Si llegamos en un momento personal espléndido a una ciudad, los recuerdos que tengamos de la misma van a corresponder con nuestro estado de ánimo. Ahora, si llegamos a una ciudad en un momento malo, tristes, enojados o lo que fuere, seguramente queramos irnos de la misma antes de, incluso, tomar el primer metro.

Barcelona nos hace sentir como en casa

Con el tiempo fui elaborando una hipótesis que, aunque me cueste probarla, cada día se acerca un poquito más a la realidad. Hay ciudades con las que es difícil no desarrollar química. Hay ciudades que, simplemente, nos acogen una y otra vez. Como ese amigo que nos presta su sillón cada vez que lo necesitamos, sin quejarse y preparándonos la cena de bienvenida. Así es Barcelona.

No importa si es verano, otoño, primavera o invierno. No importa si hace calor, o frío. No importa si llueve o si los rayos del sol bañan la costa mediterránea creando un efecto que hipnotiza. No importa si el barrio gótico esta plagado de turistas o si somos los únicos escuchando a esa bella dama, de la que no se el nombre pero ya conocida por los vecinos, cantando ópera. No importa si caminamos la Rambla solos o con amigos. Barcelona, siempre, nos va a recibir como en casa.

Barcelona es esa ciudad amiga del viajero. Capaz por su ubicación geográfica, tan conveniente para todos. No lo sé. Es que si uno arranca un viaje por España, creo yo la primer ciudad en la que piensa es Barcelona, ¿no?. Bueno, o Madrid. Y si uno termina su viaje europeo y se decide a volver a casa, una ciudad en la que uno piensa para terminar el recorrido de la mejor manera, es siempre Barcelona. 

Entonces, se forma una relación simbiótica. Ella nos quiere. Y nosotros la queremos. Ella nos pide que la visitemos. Y nosotros no ponemos reparo ante su pedido. Sin importar el momento del año que sea. Y sin importar nuestro momento personal. Es que si estamos felices, ella lo potencia. Y si estamos tristes, lo cura.

Es difícil describirla sin ahogarse en continuas palabras de halago ante ella. Es como esa chica, de perfectas proporciones, que entra a una habitación llena de gente sabiendo que todos, absolutamente todos, la miran y desean. Así es Barcelona. No hay quien no sea encantado por sus pasillos, góticos y amurallados.

 No hay quien no se maraville ante su mar mediterráneo o ante la imponente Catedral. No hay quien no recorra su Passeig de Gracia sin sacar, al menos, cien fotos. No hay quien no se rinda ante su majestad Gaudi y su obra maestra, la Sagrada Familia, que, sin ser terminada, es más imponente que el mismísimo Vaticano. No hay quien no disfrute caminar sus parques, tomar sus cervezas y comer sus tapas. No hay quien, como a esa chica que entra a la habitación, deje de mirarla.

Barcelona tiene metros, trenes y buses pero, si me dejas darte un consejo, no hay nada como caminarla. No hay mejor forma de recorrer sus calles y de empaparse con su cultura. De escuchar a la gente hablar su hermoso catalán y de ver como te sonríen cuando los miras. No hay mejor forma de sentir su brisa y de recorrer su inmensa arquitectura. 

Barcelona, por más gigante que sea, nunca te hace sentir diminuto. Barcelona no te discrimina. Para ella, somos todos iguales.

Barcelona es esa ciudad donde los desconocidos, rápidamente, se transforman en amigos. Donde ir a juntarse por una cerveza tiene una hora de comienzo pero, probablemente, no tenga una hora de fin. Donde los argentinos toman mate, los chilenos beben pisco, los franceses comen una baguette, los italianos una porción de pizza y los japoneses algún que otro jamón. 

Todos juntos, uno al lado del otro, riendo e intercambiando anécdotas. Barcelona es esa ciudad donde las charlas son eternas y donde contamos nuestros más profundos miedos. Donde escuchamos consejos, donde definimos metas, donde lloramos y abrazamos. Barcelona, aunque la llamen ciudad, es más humana que todos nosotros.

Barcelona es todo lo que está bien. 

No olvides que tú también puedes vivir algo similar a través de la plataforma de Worldpackers donde encontrarás muchas opciones para intercambiar tus habilidades por alojamiento y comida.