Lautaro

Para alguien que viaja, las fronteras son sólo esas lineas chiquititas que te muestran en un mapa durante una clase de geografía. Porque cuando empezás a viajar, tus ojos aumentan la biblioteca de paisajes, tus oídos se abren a nuevos idiomas y tu cabeza se mueve al ritmo de nueva música, porque viajar es eso: algo nuevo, siempre. Hay quienes viajan con valijas, con muchas mochilas, con instrumentos. Hay quienes viajan por placer, por trabajo, por negocio. Hay quienes viajan muchas veces al mismo lugar porque les encantó y hay quienes viajan siempre a un lugar nuevo. Pero sea como sea, aquel que viaja, descubre algo nuevo siempre. Últimamente, además de conocer nuevas personas y nuevos paisajes, pude conocer nuevos proyectos e involucrarme con ellos y eso, te ayuda a entender que hay gente con la que coincidís y fluís casi por inercia, independientemente de su lengua o de qué lado del planeta se encuentre. Entonces viajar, no solo es algo nuevo, sino también es achicar distancias. Es así que un día te despertás en un complejo de cabañas en Brasil haciendo comunicación. Otro día te despertás en Uruguay y estás afinando la guitarra porque tenés que tocar esa misma noche. Otro día te despertás en España y recibís viajeros de todo el mundo. Es así que agrandás tu paladar, aprendés nuevas expresiones, conocés nuevas costumbres y hasta adquirís algunas otras. Es así que el corazón te late fuerte por la incertidumbre de no tener muy en claro que viene después. Es así que te sorprendés todo el tiempo. Y es en ese mismo momento, cuando entendés que, aunque hubo momentos difíciles, abandonar la comodidad de aquello que ya conocés, fue lo mejor que pudiste hacer.