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Viajando a través del libro El Principito

En tiempos de cuarentena, donde viajar se ha convertido en un privilegio, libros como El Principito nos pueden deleitar con un gran viaje, uno muy especial que pocos nos atrevemos a realizar: viajar dentro de uno mismo.

David

Feb 25, 2023

10min

libro el principito

Este artículo tiene como fin desmenuzar las mejores frases del libro para que, juntos, nos permitamos adentrarnos en él y viajar de la mano de este pequeño ser que con cada sonido emitido, con cada gesto nos lleva a lugares que, con o sin cuarentena, un avión no podría llevarnos jamás.

Esta historia se hizo popular para los niños aunque esa no haya sido la intención inicial del autor Antoine de Saint-Exupéry... De hecho, ami me gusta pensar que de alguna manera lo vio venir. Supo que quizás los adultos verían su libro como un sombrero, cuando éste era mucho más que eso... Para el autor era una boa alimentándose de un elefante...

Si tenés el libro en casa, éste es el momento para que lo busques y uses éste artículo como un mapa. Viajemos juntos desde casa, seguros y responsablemente: con un libro en la mano.

Listos para despegar... 



Creo que el principito aprovechó la migración de una bandada de pájaros silvestres para su evasión

Qué mejor manera para empezar que por el principio. Sobre todo cuando el autor nos describe esa tan organizada y decidad mañana de partida del principito que luego se convirtió en un dulce y triste adiós en el capítulo IV.

Cuando nuestro pequeño amigo decide dejar su planeta, lo hizo con la ayuda de una bandada. Siempre necesitamos un primer empujón, una ayuda, una motivación, algo que nos refuerce la voz interna que nos esta diciendo que es la decisión correcta

A veces cuando optamos por el camino que más queremos, pero que también es el más difícil, una palabra de aliento o una confirmación de nuestro entorno es necesaria para encontrar ese coraje inicial

Siempre que estamos por comprender una, llamémosla "nueva aventura" - pero para cada quién será siempre algo distinto, llamarlo aventura es simplemente una manera poética de describir una decisión importante - nos encontramos dentro de una pequeña lucha interna porque, como lo hemos dicho antes, tomar decisiones puede ser difícil y despertar miedos, hasta a alguno de nosotros nos puede hacer sentir una ansiedad ácida en el estómago. 

Y tiene más que sentido. Nos encontramos en una posición completamente vulnerable en donde poseemos mucho más poder sobre lo que esta por pasar de lo que hemos experimentado antes.

Es aquí, en esta parte del libro, cuando tenemos que aprender de nuestro amigo el principito. A veces en la vida, antes de un aventura, basta con cerrar los ojos y saltar hacia esa bandada de pájaros silvestres para sentirnos seguros, saber todo va a salir bien. Necesitábamos esa migración en ese momento exacto, y allí estaba para nosotros. No es coincidencia ni tampoco suerte, es simplemente lo que pedimos; y lo obtuvimos. 

La bandada de pájaros sobrevoló nuestro pequeño planeta para ayudarnos a despegar, para que sin pensarlo dos veces dejemos atrás cualquier inseguiridad que podríamos haber tenido. 



Todos los adultos han sido niños primero (pero pocos lo recuerdan)

Cuando digo que este libro me parece una verdadera obra de arte es porque cada página y cada detalle tiene una enseñanza. Cada vez que siento la inspiración de volver a leer El Principito, siempre encuentro alguna frase que me cautiva, me roba la atención por un instante - o hasta incluso por días y luego no puedo sacarme la frase de la cabeza - que me hace sentir como si antes no hubiera estado allí y ha aparecido justo ahora, como por arte de magia, para que me genere lo que necesitabas sentir en ese preciso momento.

Frases como esta que estamos por desempolvar ahora, me recuerda la importancia y el poder que tienen los pequeños detalles. Tengo que reconocer que no soy un amante apasionado de la lectura y además soy una persona ansiosa. 

Razones por las que, cuando de leer libros se trata, me hacen pasar por alto páginas como por ejemplo la dedicatoria del autor al comienzo del mismo. Pero un día, mi ansiedad no me llevó directo a la página donde empezaba la historia sino que leí cada mínimo detalle desde la editorial hasta el nombre del traductor y desemboqué en la dedicatoria.

El autor le dedica el libro a un amigo muy especial para él pero lo más curioso es que, puntualmente, se lo estaba dedicando al niño que alguna vez ese adulto fue y es allí cuando nos deleita con un detalle sumamente dulce y verdadero y se toma la libertad de recordarnos que: "Todos los adultos han sido niños primero (pero pocos lo recuerdan)."

En lo personal, me gusta tomar esta frase como un susurro dirigido a mis miedos. La frase le dice (al miedo) que esa inocencia que todos tuvimos la gratitud de vivir, que nos hacía ver el mundo menos gris, más divertido, emocionante, lleno de seres de amor aún se encuentra dentro nuestro

No es algo que se pierde, sino que se duerme. Y si trabajamos en despertar ese niño, ese pequeño principito que alguna vez fuimos, llenos de preguntas, curiosidad, amor, sencilléz e inocensia vamos a lograr mucho más en la vida. Principalmente, nos va ayudar a convertirnos en personas más felices por el simple hecho de ser y estar.

Ya sabemos que naturalmemte sentimos miedo para saber qué es seguro y qué presenta más riesgo que puedan ser mortales - hablanado desde el punto de vista de la existencia del sentimiento como seres primitivos. Yo cuando comenzé mi primero "solo-travel" por Europa, el miedo que cargaba era más del que necesitaba para mantenerme seguro.

Logrando deshacerte de este miedo excedente e innecesario, despertando al niño interior, es cómo vas a logar identificar cuándo algo es seguro y cuándo no.  En lo personal, desarollar esta habiliad me hizo ver el mundo con más colores. Siempre hay algo que destacar ya sea para bien como para mal, sólo que un niño inocente primero depositará su atención en aquello que le llama la atención, en eso que le gusta, que lo divierte, que lo hace sentir feliz porque, si no hace al menos una de esas cosa, ¿para qué le prestaríamos tanta atención desde un principio?

Lo que intento decir es que esta inocencia nos aleja de aquello que no es seguro para nosotros y nos hace confiar más en nuestra intuición. Yo, al adoptar esta idea, me convertí en una persona más abierta. Me encontré llamando "amigo" a distintas personas sin la necedidad de habernos conocido por los últimos 5 años. Tal cual lo haría un niño.

Me gusta creer que desde que ese niño se despertó, él comenzó a ver a través de mis ojos y el mundo comenzó a brillar un poco más. No fueron los demás los que cambiaron, tampoco lo hizo mi entorno, fue mi mirada la que recordó que es mejor enforcar la atención en aquello que me hace feliz.



Solo vemos bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

Sin duda alguna, el extracto más bello de todo el libro es el capítulo XXI. 

Hogar del personaje que le sacó una húmeda sonrisa a más de uno de nosotros: el zorro. En apenas 4 hojas podemos viajar a un extenso y relajante parque verde, con hierba que invita a tumbarse en ella - o quizás junto al manzano - y desde allí observar el viento bailar entre el campo dorado de trigo para que un pequeño pero sabio animalito nos dé la lección más importante de nuestras vidas: "lo esencial es invisible a los ojos".

El capítulo del zorro nos permite viajar al fondo de nuestro ser para recordar todo aquello que ya "es algo demasiado olvidado" entre los seres humanos. La importancia de los rituales, de crear lazos y saber esuchar, son unos de los tópicos que se tratan en este hermoso diálogo. 

Cada vez que llego al capitulo número XXI, siento como si yo estuviera allí, como si hubiera aterrizado en otro lugar sin necesida de pasar por ningún control de seguridad. Y me recuerda que, para mí, viajar es mucho más que visitar un lugar turístico

Cuando viajo, lo hago para ver con el corazón, para rodearme de todo aquello que es esencial para mí. Y me gusta dejarme domesticar por el destino en el cuál aterricé. Viajar es una sensación la cual nunca la dí por sentada y siempre agredezco su presencia cuando la experimento. Y así el zorro describe su sentimiento esa hora antes de que llegue el principito, es como yo experimento mi cuenta regresiva cuando planeo un viaje. Cuanto más avancen los días, "más felíz me sentiré". De cierta mandera, estoy preparando mi corazón para el viaje que está por llegar.

Según el día que estés llevando, según tu personalidad y según las circunstancias de la vida, tu interpretación en ese momento preciso en el que llegues al capítulo XXI, el zoro podrá reflejar muchas cosas. Tomando las sabias palabras del zorro, estoy seguro que te llevarás un aprendizaje sumamente valioso y comenzarás a ver las cosas de otra manera. Y es por eso que me gusta tanto y motiva este libro. 

Es una especie de mediatción guiada por uno mismo a través de la lectura, en la cual vamos visitando todos estos planetas y sus respectivos habitantes que nos deleitan con sus diálogos colmados de mensajes escondidos. Mensajes que podemos describir como pequeños susurros que nos decimos a nosotros mismo. 



Un día, vi el sol ponerse cuarenta y tres veces. Sabes... cuando uno está muy triste, las puestas de sol son agradables.

¿Notaron algo peculiar? Algo que resalta sólo para aquellas personas atentas al detalle. El capítulo VI es casi tan pequeño como el planeta del principito, pero lleva consigo un mensaje oculto a la vista de todo lector.

Aquí podemos apreciar una conversación que muere en el pensamiento profundo de un recuerdo. El principito, todo nostálgico, dice (quizás sin haber querido decir) que un día había visto el sol ponerse 43 veces y luego dejó escapar su declaración: "Sabes... cuando uno está muy triste, las puestas de sol son agradables". Y tras ser interrogado sobre el por qué de su tristeza aquél día de los 43 atardeceres, nuestro pequeño principito decidó callar y no respondió, obligando al autor a tener que teminar el capítulo y pasar al siguiente como si aquí nada hubiera quedado pendiente.

La magia de este corto diálogo nos deja expuesta otra enseñanza a simple vista que quizás no todos los adultos que hayan leído el libro hayan podido destacar: los atardeceres pueden ser un ritual de cierre de ciclo porque, literalmente hablando, éso es lo que son. Un final. 

El atardecer, tan bello como es con todas sus notas musicales, no es más que la representación física que le hemos dado al cierre de un día. Y a veces, por más sano y liberador que sea contar las cosas y los problemas que uno pueda tener, no somos capaces de expresarlo en palabras. 

Quizás porque mediante las palabras no lograrían entendernos - sobre todo si descargamos nuestra preocupación en un adulto con tiene su niño interior dormido. Pero no importa, porque el principito no está diciendo que tenemos el sol y su magia de atardecer y podemos contárselo a él. 

Podemos dejar que esos colores tan cálidos se lleven el problema y nos deje en su lugar una hermosa postal de tonos pastel.

Puede que al primer atardecer nos sigamos sintiendo igual porque nuestra "mochila" esté bastante pesada, pero es mejor fraccionar nuestra conversación con el sol porque tampoco queremos agobiarlo. Entonces probaríamos sentándonos frente a él, contándole apenas una de nuestras precoupacion a la vez y puede que el número mágico aquí, sea 43. Tranquilo, que habrá atardeceres de sobra para liberarnos.



Y cuando te hayas consolado (uno siempre encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido.

Analizar estos últimos fragmentos del famoso capítulo XXVI donde el principito, entre melancolía y risas de cascabel, decide que es hora de vovler a casa, vovler a su pequeño planeta "o asteroide B-612 para los adultos que necesitan datos concretos para hacer verídica esta historia", diría el narrador, me está siendo un gran desafío.

Como buena persona fiel al desagrado de los adiós, incluso luego de años teniendo este libro como un amigo, un guía espiritual y una fuente de inspiración, me estaba costando demasiadp desprenderme de todo aquello que asocié con las despedidas. 

Pero no fue hasta que entendí que mi definición y vivencia de las despedidas, no era más que una creencia que vivía en mi, como seguro lo hace en muchos de ustedes. 

Sabes... hay muchas despedidas en nuestra historia personal y no siempre nos enfocamos en lo bueno, en todo aquello que estas aventuras nos trajeron y que ahora llegan a un "fin". Por eso te invito a que realices una profunda auto-recapacitación sobre lo que son para ti las despedidas y que escuches a este pequeño hombrecito tan sabio que nos está dando la pieza del puzzle para entender un poco más el significado de la felicidad. 

Te animo a que cuando algo llegue a su fin, enfoques tu atención en las risas que nacieron y te dejes llevar por la música que suena desde la cuerda y la polea que juntas trabajaban para darte de beber. 

Al final, no somos más que nuestras experiencias y es por ello que a partir de este momento yo decido estar agradecido por cada experiencia que he tendio y que tendré. Cada destino y cada personaje que la vida me deparó fue un mensajero que ahora, gracias al principito, estaré contento de haberlos conocido.

Una vez más, el autor no regala otra enseñanza oculta entre sus palabras finales. No importa a dónde vayamos, eternamente podemos abrir una ventana y decir "¡Las estrellas siempre me hacen reír!" y dejar que nos tomen por locos, cuando en realidad estamos reviviendo aquello que culminó pero vivirá siempre en cada destello de luz en el vasto universo.



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