La aventura de mi voluntariado por la selva Amazónica

La selva amazónica cuenta. Hasta no respirarla y sentirla, no podremos escuchar lo que nos quiere decir. Paso a paso te entregas y comienza a narrarte la historia, con sonidos verdes y lluvia del río. Aquí te cuento parte de mi experiencia realizando un voluntariado y viviendo los días en la inmensidad selvática.

8min

la selva amazónica

Los pulmones de América, los pulmones del mundo. Nunca había visto tantas tonalidades de verdes diferentes y oído la sinfonía de los insectos, las aves trinando y los monos aullando.

Me perdí entre las hojas, pero me encontré en la calma de un río. 

La Región Amazónica

La región amazónica es el bosque tropical más extenso del mundo, abarcando parte de nueve países (Perú, Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Surinam) considerado como la mayor casa de la biodiversidad, aunque hoy en día a causa de la deforestación masiva, la minería clandestina, y la falta de consideración del ser humano, se ve en peligro la selva y sus habitantes.

Se estima que el 50% de las especies de los arboles se encuentra en esta región selvática. Maderas exóticas, frutas tropicales,  las hojas más grandes del mundo, las especies medicinales, y el hogar de los animales que viven allí. Los monos, los osos perezosos, las víboras, los cocodrilos que se camuflan y las aterradoras pirañas de las aguas. 


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La belleza natural es el sonido que se escucha y va cambiando cuando el sol nace y algunos animales se despiertan (mientras otros vuelven a dormir). El equilibrio en el ciclo es algo básico. El calor se siente, el ambiente húmedo, la lluvia que para y vuelve a llover como algo diseñado. Vivirlo es resbalarse y tener todo el barro en los botas y el cuerpo mojado. 

En la selva se perciben diferentes señales, otras comunicaciones. Un oído que se agudiza y una mirada que observa. No hay señal telefónica,  olvídate del wifi. Pero acuérdate de respirar, porque si hay algo...es  vida.

Tienes que visitar el Amazonas Brasilero

En la Selva habita la más grande belleza. En el canto de sus cascadas, en la fuerza de las correntadas, y en la convivencia con las tribus indígenas. Por los ríos, los paseos en la balsa se llenan de disfrutes, cuando te pones a jugar con tus sentidos, y el viento y la lluvia choca contra tu cara.

¡Tienes que animarte a adentrarte en la selva! 

Respetándola obviamente.

La fauna será foco de atención, y por momentos estarás en estado de alerta para estar seguro. La flora te irá acariciando, siendo de guía en el camino (pero ojo, porque engaña y no sales del laberinto).

La introspección es este lugar aparece instantáneamente, al ser el contacto tan genuino. 

El  choque cultural que sorprende 

Cómo tu vives y como viven los locales allí. 

Este encuentro es mágico: las conversaciones se enriquecen cuando las miradas son diferentes, cuando hay respeto, cuando se quiere aprender, cuando se quiere ayudar en el camino.  Así que probar frutos exóticos, disfrutar de las largas caminatas y de los nados en el río,  cocinar con las tribus, y sentirse agradecido por estar presente en ese lugar de pura vida. 


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Si eres aventurero te alimentas simplemente de lo que la naturaleza te brinda: castañas, frutas tropicales, pirañas. Y como no necesitas de muchos lujos ni llevar muchas cosas, haces la mesa, el mantel, los platos y las cucharas con hojas y palos. Se necesita de poco, pero mucha selva para vivir. 

Dormir a la luz de la luna, con el fuego a un costado, en una red que cuelga de un árbol, es algo que debes intentar... Es pacífico y tranquilo. 

En cambio si te encanta la selva pero no te sientes a gusto con vivir así, hay lugares en los cuales hospedarse y tener una experiencia más o menos cercana, alojándote en cabañas u hoteles. Te recomiendo el contacto pleno con la naturaleza...eso sí, con un guía o acompañante experto en vivir ahí.

Cuáles lugares conocer en Amazonas


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Presidente Figuereido 

Es un municipio al norte de Manaos. Cuenta con cuevas,  cientos de cascadas, correntas y piscinas naturales. Todo esto se debe de respetar, aquí el agua tiene una fuerza brutal.

La cueva de Maroaga, la cachoeira do Santuario, de Iracema, Natal, das Araras, do Mutum, son de las cascadas más conocidas y bonitas (algunas de ellas no tan visitadas, porque son difíciles de llegar por cuenta propia, por ello te recomiendo apuntarte a alguna empresa de ecoturismo o que alguien de la región te las enseñe). 

El agua es tan limpia que la puedes beber sin ningún problema. Y es refrescante, por lo que los baños son bien ricos. 



 Manaos

Es una ciudad muy bonita de visitar, en ella puedes encontrar: el Teatro Amazonas, el MUSA Museo de Amazonas, el Mercado central (aquí encontraras todo para comprar y cualquier tipo de comida), el shopping, y la playa de Ponta Negra donde podrás tomar un baño de río y disfrutar de un atardecer.

Moverse en la ciudad es muy fácil. Hay buses en todo momento, pero si tienes algún compromiso, es importante que tengas en cuenta el tráfico para calcular el horario.

Aunque sea una ciudad grande, te encuentras con personas súper amables. Eso si, hay lugares donde la seguridad no es bienvenida, pero no hay que asustarse, simplemente hay que cuidarse. 



Para conocer más lugares, te recomiendo leer la guía sobre Lo mejor del turismo en Amazonas, Brasil.

Mi experiencia haciendo un voluntariado en el Amazonas

Hacer un voluntariado en otro país es tan enriquecedor que no lo imaginas hasta cuando lo vives. En especial cuando es un voluntariado de impacto social, donde tienes que estar disponible, sin una mirada que juzgue, con un corazón abierto, dispuesto a dar, sin saber exactamente que es lo que vas a recibir. 

Obviamente sabes lo que el anfitrión ofrece: un cuarto para dormir. Pero en realidad recibes abrazos, sonrisas, y mucho juego.

Luego de llegar a Manaos, tomarme un bus a Itacoatiara y luego una moto-taxi. Llego de noche a donde haría el último voluntariado social de mi viaje. LLego fatal, con todo el estomago revuelto, y con más ganas de vomitar que de vivir. El calor, la humedad... tengo la presión baja, creo que me voy a desmayar.

La escolinha de Itacoatiara 

Los anfitriones me reciben con brazos abiertos, sobretodo los voluntarios que me están esperando ahí. Afuera es un lugar peligroso, mucha gente tomada y mucha droga circulando de manera espontánea. Una zona de pobreza, una zona de riesgo, en otras palabras una zona roja. Pero además de eso,  hogar en el que viven muchos niños y niñas

Dos voluntarios me cuidaron durante esa primera noche, pero que al día siguiente se iban. 

Quedándome sola fue imposible abrir la escuela. Me duelen los huesos y los músculos, la cabeza, y mi estomago no quiere saber de nada, ya no tengo nada para vomitar. Solo estoy acostada sin poder moverme en este colchón lleno de hormigas y la deshidratación me está asustando un poco.

LLueve, no hay luz en la escuela, no encuentro las velas. LLueve y estas hormigas no paran de picarme.  LLueve, me gustaría comunicarme con mi familia, decirles que estoy bien (aunque estoy que ni me muevo). 

Siento que alguien intenta entrar, abren la puerta. Por suerte es Julia, una mujer brasilera encantadora, la nueva voluntaria que me acompañaría ¡una sorpresa! 

Sin el anfitrión presente en este lugar (se encontraba en Europa), nos organizamos nosotras para compartir el momento con los niños, enseñar y aprender...¡que de ellos mucho se aprende! 

El trato previamente establecido era abrir la escuela unas 4 horas por día, horarios parejos por la tarde y por la mañana. Pero estando ahí vimos la necesidad de que la escuela esté abierta todo el día y cerrarla por la noche. Nuestra flexibilidad con el horario cambió al escuchar a una niña decir "esté es el único lugar que tengo para jugar".  



El barrio es peligroso, y por más que respetan a los voluntarios, el miedo a veces está presente. Se acompaña lo que se vive con el relato de algunas familias o el discurso de los niños al decirnos que nos cuidáramos. 

Cerrar la puerta y dejar la llave puesta, las ventanas con tranca, era obligación. Y prácticamente quedaba prohibido salir por la noche. 

Como las edades de los alumnos son muy diferentes las actividades que hacemos también lo son, aunque nos organizamos para hacer alguna actividad todos juntos. 

Damos clase de español, de matemáticas, de educación sexual, cantamos, hacemos manualidades, leemos cuentos, y organizamos una noche de cine. En todo momento jugamos, porque el juego ocupa un lugar privilegiado en la vida y en el aprendizaje. 



Al ver sus caras felices, sonriendo, me olvido que duermo en un colchón lleno de hormigas, que estoy enferma y adelgazando mucho,  que no me puedo comunicar con mi familia y que de noche posiblemente con la lluvia haya nuevamente un apagón. 

  • Renata y Yazmín me han dejado todo su arte en mi libreta viajera, me han ayudado con los más pequeños. 
  • Sofía y Ema  han sido mis peluqueras. 
  • Dani se ha robado mi corazón al decir que quiere ser profesora. 
  • Gean siempre está jugando en la escuela, él nunca falta. 

¡Gracias infinitas!

Al compartir el momento con los pequeños gigantes,  pienso en la educación,  y que son las pequeñas acciones que se transforman volviéndose grandes.

En la escuela hay un cuaderno en donde escribimos los voluntariados que pasamos una temporada allí. Compartimos la experiencia y la congelamos en el papel para que el otro que llega la lea.  

En la pared del cuarto escribimos y así nos contenemos y llenamos de energía. "DEJA TU ESENCIA FLORECER" dejé mi huella antes de irme.

Estos niños y niñas me cambiaron para siempre. Me acariciaron el alma. Al decirme profesora me ayudaron a ver por qué estaba ahí. 

Me llevo en la mente sus sonrisas y en mi cuaderno de viaje todos los dibujos que me hicieron. Lo poco se convirtió en mucho. Y por la ley natural de los encuentros, yo dejo y recibo un tanto. 



9 Cosas que debes saber en la Selva Amazônica

  1. El açai del amazonas es el mejor que encontrarás en todo Brasil, puesto que su origen es en esta zona. 
  2. LLeva contigo 2 mudas de calzado, traje de baño. Ropa de verano, pero también pantalones y en lo posible que todo sea impermeable
  3. El repelente para mosquitos, es súper necesario.
  4. En Manaos sé precavido, sobretodo si andas solo en el centro, no es un lugar seguro. Procura tener una compañía. 
  5. Te recomiendo que no comas lo que venden los vendedores que se encuentran en las estaciones o paradas de buses (tu estomago puede no estar acostumbrado a lo que venden). 
  6. Si realizas compras hazlo en el mercado central ¡es más barato y tiene de todo! 
  7. En la ciudad de Manaos hay muchos lugares nocturnos, y todos con música diferente. Recuerdo que antes de que salga el avión, pase un noche de Rock en un lugar con bandas en vivo, estuvo increíble.
  8. En los paseos por la selva lleva contigo una libreta viajera, así podrás tomar nota de la clase de ciencias y biología en vivo. 
  9. Si visitas la escuelita, lleva cosas que creas que se necesiten. Haz donaciones. Marcadores, alfombras, cuadernos, juegos, tazas, artículos de limpieza, velas. Todo lo que puedas (de verdad es necesario). Deja notas para los otros voluntarios, y emocionate al compartir ese encuentro

Y por ultimo anímate a vivir la selva de una manera inolvidable, arriésgate no te dejes engañar por los prejuicios y los miedos!




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